Hace 40 años, el 13 de septiembre 1982, Kate Bush estrenaba The Dreaming. Su cuarto disco, tres años antes de Hounds of Love (en el que aparece Running up that Hill). Después del éxito de canciones como Wuthering Heights, Babooshka y Army Dreamers, la inglesa tomó las riendas y produjo sola este nuevo álbum.
Si escuchamos sus cinco primer discos, no hay ninguna duda de que The Dreaming sea el más experimental. Sat in your Lap, la primera canción, empieza con un ritmo casi tribal y un piano que nos recordará a Take Five, antes de que se hunda bajo las capas de instrumentos que van entrando y saliendo, la voz medio hablada, dramática, y luego la casi gritada.
Los elementos constantes de este proyecto son los ritmos frenéticos de batería, enfocados en bombo, caja y toms, el piano, y la voz de Bush, que juega como nunca con ella. Más que canto, es sonido, en temas que evocan un cabaret experimental y la más absoluta bestialidad.
Bush sigue siendo Bush, pero con un horizonte sin ataduras. Canciones como Night of the Swallow, All the Love y Houdini hubieran podido estar presentes en discos anteriores si tuvieran una producción más convencional.
De hecho, es curioso que esas tres canciones estén una tras otra, antes de dar paso a Get out of my House, la canción más extrema de todas, en la que imita a una mula. Hee-Haw! Hee-Haw! Nada es gratuito, ya que el animal representa aquí su testarudez, y la casa del título es una metáfora de su propia vida, a la que nadie tiene derecho a acceder.
The Dreaming no es un disco convencional, incluso si lo escuchamos hoy en día, y muchos que descubrieron a Kate Bush con temas más comerciales se sacarán de onda con éste. Sin embargo, si uno empieza a investigar, se da cuenta que Hounds of Love, uno de sus más grandes éxitos no hubiera nacido sin este disco más experimental.