Akina Nakamori es una cantante japonesa cuya carrera empezó en los años 80. ¿Una más? Si consideramos que sigue siendo famosa y llegó hasta nosotros, no tanto, y no es nada sorprendente teniendo en cuenta que varios de sus sencillos llegaron al puesto número 1 en su país de origen.
Su intento de suicidio tras descubrir que la engañaba su pareja, el también cantante Kondo Masahiko, hubiera podido convertirla en una mártir del J-Pop. Sin embargo, se recuperó del incidente y volvió a los estudios y a los escenarios, y fue gracias a una interpretación en vivo de 難破船 (Nanpasen, es decir, Naufragio) que conocí a Akina Nakamori. Quisiera enfocarme aquí en este tema que, años después, me sigue sacudiendo por dentro.
Esta canción, estrenada en el 1987, fue escrita por la artista folk Tokiko Kato, quien la grabó tres años antes. Al parecer, ella misma le propuso a Akina versionar su tema, y la joven cantante demostró con Nanpasen ser más que un producto de la cultura pop. Tan lograda es su versión de esta balada que muchos la conocemos por ella.
Empieza con un teclado sencillo, al que se agregan unas cuerdas que suben en espiral y vuelven a caer tan rápido como despegaron. La misma melodía del teclado y la voz de Akina, capas de instrumentos que se van sumando hasta llegar al estribillo. Quiero caer encima de ti / Con mis alas rotas desplegadas / Una vez que me haya hundido en el fondo del océano / Todo lo que quiero hacer es llorar. Quiero que me abraces.
Esa canción trata con claridad del vacío que se siente por la pérdida del ser amado, y se resume en la frase que da su nombre a la canción: soy el naufragio del amor. Frase que introduce cada estribillo, y también la última, antes de que las cuerdas den el cierre, como si las palabras ya no fueran suficientes.
Desde que escuché Nanpasen, conocí muchas más de las canciones de la cantante de la voz profunda. Sin embargo, siempre vuelvo a ella. Siempre volveré a ella.
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