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Ants From Up There, una introducción a la música experimental y una visión sobre dolores internos

Posiblemente géneros tales como el Math Rock, el Post Rock, Art Rock y el Progresivo suenen como música poco accesible a los escuchas más casuales (e incluso a los más cercanos a la música más perteneciente al underground).


Y si bien existe música dentro de este espectro que realmente se pudiese tomar como muy poco entendible tomando como punto de partida las convenciones pop, esto se debe más a cuestiones estilísticas, vanguardistas y conceptuales de los propios creadores.


Ciertamente no es lo mismo escuchar un disco de Sigur Ros con ocho horas de drones y capas de sonido procesadas en bucles, cuyos tracks tienen nombres de coordenadas de la carretera más larga de Islandia (Route One 2016) que escuchar Ágætis byrjun (1999) de los mismo Sigur. Posiblemente su trabajo más comercial por la accesibilidad del mismo.


Alguna vez en una clase de composición musical escuché la frase: “Cuando uno compone música tratando de ser propositivo, tiene que plantearse la pregunta ¿Quiero agradar al odio o al intelecto?”. Cuestión por la que posiblemente todos los compositores a la cabeza de actos de los géneros que hemos estado mencionando se han planteado al menos una vez. Incluso en 1984, la mítica agrupación King Crimson, decidió lanzar su álbum Three Of A Perfect Pair divido en dos, una parte A con un sonido más noble y accesible, y una parte B decantada por la experimentación y la improvisación.

Y tomando como un planteamiento ideal, a un álbum que concentre lo mejor de ambos mundos, lo convencional y lo experimental, este 2022 llegó el segundo álbum de la agrupación inglesa, Black Country, New Road, titulado Ants From Up There, un disco considerablemente más ameno que su primer material del 2021, For The First Time el cual tiene una tendencia más marcada hacia el Jamming, unas atmósferas más oscuras, texturas ásperas, una mezcla más Vintage con guitarras Fuzz, y pasajes disonantes.


Su más reciente trabajo, conserva en el fondo esa naturaleza oscura, pero con ideas y conceptos mucho más aterrizados, además de saber utilizar la calidez y brillo de los timbres característicos del registro medio - alto del saxofón, así como aprovechar la robustez de su registro grave otorgándole solos increíbles. La nobleza de pianos arpegiados y resonantes, junto a ese característico timbre orgánico de las cuerdas, con drones de fondo.


Combinando Math Rock, Progresivo, Post Rock y Art Rock en un sensible álbum, en donde todas las atmósferas espaciales son logradas de la manera más orgánica y natural posible, otorgando un aire de intimidad y contemplación.


Y es que si algo ha caracterizado a algunos de los mejores álbumes de dichos géneros es que esa enorme ambientación y parafernalia musical es la construcción de un escenario para la reflexión, lo contemplativo, sobre ver las debilidades más incipientes de nuestra condición humana.


Black Country, entreteje un nostálgico, armónicamente incómodo y regocijante tratamiento sonoro, iniciando con un Math / Prog, que si bien superficialmente pareciera un desfile de las capacidades musicales y compositivas de los miembros de la banda, mostrando esa característica subida de tono e intensidad del Post Rock, con unas líricas cantadas al estilo de banda de Indie Rock tipo The Shins o Arcade Fire en su debut.


Contándose a sí mismo como si fuese un militar atormentado que vuelve a la incómoda cotidianidad en la que ya no encontró la paz, o como un espectador que trata de entender los cambios de su entorno mientras que su inacción lo asfixia.


Con referencias a la propia desconexión personal del cantante Isaac Wood, quien tan solo unos días antes de lanzar este disco, publicaría en las redes sociales de la banda un mensaje avisando su salida de la banda, que dejó a la agrupación parados ante la incertidumbre, y con cada vez más presentaciones canceladas.


“Tengo malas noticias y es que yo también me he estado sintiendo últimamente triste y con miedo. He intentado que no me afecte, pero es el tipo de sentimiento de tristeza y miedo que hace que sea difícil tocar la guitarra y cantar” escribió el que hasta hace unos meses era el líder y fundador de esta banda que está recibiendo elogios y aclamaciones por parte de la crítica en días recientes a causa de su más reciente lanzamiento.


Es en su canción Concorde donde se expone un plano menos ambiguo de la narrativa que de alguna forma conecta al disco, el miedo, el temor hacía las verdades inevitables de la vida, el dolor, la muerte y el cambio. Posiblemente (esto es interpretación personal) usando la metáfora del Concorde, el veloz avión que te puede llevar a donde quieras, como un método de escape de su propia realidad, mientras que angustiado y conmovido por el agitado correr del tiempo que nos lleva inevitablemente a la nostalgia recita: "Apenas y puedo permitirme un segundo Verano astillado, al bajar esta escalera solo me lleva a viejas fotos tuyas".


Posiblemente Isaac Wood anunció su intención de dejar la banda al cantar: "Por menos de un momento compartimos el mismo cielo", ahora Isaac sufrirá y el Concorde volará, mientras nos prepara progresivamente para un solo instrumental intenso y sensible, al más puro estilo de un solo de Post Rock cargado de adrenalina y emotividad.


En su canción The Place Where He Inserted the Blade, entreteje una instrumental íntimia y ensoñadora, con armonías que se contrastan entre lo noble y lo áspero, que marcan la puesta en escena para una lírica que narra la superación emocional que se vive detrás de lo que bien podría ser una fuerte perdida o bien un intento de suicidio por parte de nuestro narrador, quién se reconoce a sí mismo impotente ante su realidad. Musicalmente utiliza la construcción de atmósferas progresivas del Post Rock, con bucles atmosféricos, junto a versos beatlescos, que recuerdan al barroquismo popero de los 60s, con todo y codas hechas con coros recitando un pequeño motivo melódico en repetición.


Este disco queda como una muestra íntima de las propias debilidades y temores de su autor lírico, así como de una habilidad sobresaliente pero a la vez noble de sus instrumentistas, construyendo en canciones como Haldern, lo más cercano a escuchar una especie de Math Rock Barroco, mientras que en Basketball Shoes, la canción del cierre, la influencia de bandas de Post Rock como lo son We Lost The Sea o Godspeed You Black Emperor se hacen presentes, sin dejar a un lado este sentimiento melancólico y desesperanzado.



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