Como habíamos mencionado en otra oportunidad, la llamada “música del mundo” es un término amplísimo que suele utilizarse para clasificar las composiciones que incorporan elementos desconocidos para el mercado musical occidental —por no decir estadounidense—. Bajo esta etiqueta han quedado relegados muchísimos músicos que apuestan por continuar con las melodías con las que crecieron u otros como David Walters que se disponen a conocer, mezclar y disfrutar de las tradiciones musicales mundiales.
Este multiinstrumentalista y DJ siempre se ha mostrado como alguien profundamente interesado en las culturas de diversos países, y particularmente en la mezcla de sus tradiciones musicales. Desde sus inicios con los álbumes Awa (2006) y Home (2009), su capacidad de incorporar sonidos electrónicos a una pista ya rica en elementos instrumentales hacia evidente su prometedor futuro como músico multicultural. Sin embargo, su creciente curiosidad lo llevó a aceptar la propuesta de conducir un segmento para la televisión francesa titulado “Les Nouveaux Explorateurs”, con el cual viajó por el mundo al encuentro de músicos y tradiciones diversas. Después de algunos años de ausencia en su carrera como solista, volvió en 2020 con Solei Kréyol un material que respetaba su estilo multicultural electrónico y que fue bastante bien recibido.
Casi exactamente un año después, a principios del 2021, Walters lanzó el álbum Nocturne. Este disco contiene 11 canciones que nos siguen recordando a la música de las zonas caribeñas, africanas y latinoamericanas manteniendo las fuertes influencias de soul, jazz, funk, pop y afrobeat que han caracterizado a Walters desde sus inicios, no obstante se aleja de su lado electrónico y busca las cuerdas para dar ese sentido de unión y concepto que todo material necesita.
De la mano de Vincent Segal (chelo), Balleké Sissoko (kora), Roger Raspail (percusiones)y David Walters (guitarra y voz) somos capaces de llegar a muchos lugares no solo en el sentido cultural, sino dentro de uno mismo, pues a pesar de tener puntos altos en ritmo y ánimo, sigue siendo un disco bastante calmado en relación con sus producciones anteriores. Al ser la producción de sonido más acústico en el repertorio de Walters, se convierte también en una ocasión para que como músico demuestre el conocimiento que posee sobre la esencia de las tradiciones que evoca. Quizá el ejemplo perfecto de esto es la reinterpretación que hace en Nocturne de su popular tema “Mama”; una versión unplugged que nos lleva a los mismos sentimientos (quizá de manera más profunda y reflexiva) por medio de una mezcla mucho más cruda.
Una vez más tratamos la música del mundo por todos los elementos que traen a colación estas composiciones, pero también hablamos de respeto, conocimiento e intento de representación. Cuando el abuelo de Walters abandonó San Cristóbal y Nieves y comenzó su viaje a través de Nueva York y Londres en busca de mejores condiciones de vida, tal vez no hubiera podido imaginar que años después su nieto volvería los ojos al Caribe, a su región antillana; que su curiosidad lo llevaría a África, que terminaría cantando desde Francia en un hermoso criollo antillano y que todo eso, a ojos del mercado musical actual, seria fácilmente etiquetado como “música del mundo”.
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