De las cosas geniales que me ha dejado el algoritmo de YouTube, ha sido el escuchar a Yoshiko Sai (佐井 好子). Nace en la prefectura de Nara, Japón en el año de 1953 y desde siempre estuvo interesada en la creación artística, por lo cual aplica para ingresar a la Universidad de Arte de Kyoto. A pesar de que falló, su inquietud la llevó a inclinarse hacia la música, pero nunca dejó de lado su pasión por las artes visuales, pues se dice que ella pintó varias de las portadas de sus discos.
Considero un poco difícil encasillar su música en un solo género, pues va desde el folk psicodélico hasta el flamenco. La instrumentalización es bastante compleja y hermosa, usando tanto instrumentos tradicionales (orientales y occidentales) como recursos electrónicos. Además de eso, podemos encontrar una gran influencia literaria en las letras de sus canciones, siendo el escritor japonés Edogawa Ranpo (1894-1965) una de sus principales inspiraciones.
Tristemente, su trayectoria no fue muy larga, pues estuvo activa desde 1975 hasta 1979, años en los que se produce lo más representativo de su discografía. A pesar de eso, los álbumes que sacó son bastante completos y tienen muchísima calidad musical.
Su primer álbum se titula Mangekyo (萬花鏡), lanzado en el año de 1975. A lo largo de este disco, podemos encontrar muchas piezas bastante bellas que, como ya lo mencioné anteriormente, hacen un viaje en varios géneros. De mis canciones favoritas de este álbum, tenemos Hatachi ni nareba (二十才になれば), “Cuando cumpla 20 años”, en donde Yoshiko Sai pone en juego el concepto de la juventud y la pureza en contra de la madurez y la supuesta decadencia.
Posterior a eso, en 1976 lanzó Mikkō (密航), y en 1977, mi álbum preferido: Taiji no Yume (胎児の夢). El título podría traducirse a algo como “El sueño del feto” o “Sueño fetal”, y me parece genial pues desde la primera canción, Gitano, se siente como una especie de preludio de todos los sonidos y emociones que podrían suceder dentro del vientre. Un poco mal viajado, sí, pero sigue siendo hermoso. Y así, las canciones que siguen tienen estos toques bastante oníricos, acompañados de arpas, ritmos más orientados a lo folk, hasta llegar a la canción número 7, Aoi garasu dama青いガラス玉 o La bola de cristal azul. Sí, sigo sin entender de toda la canción pero cada que la escucho no puedo evitar sentir escalofríos.
Es lo más bello que alguien podría escuchar. Y más allá de todos los ritmos y la complejidad de la letra, la voz de Yoshiko Sai es conmovedora y profunda, sobre todo en este último sencillo. Sencillo que por cierto, tiene el mismo nombre que su libro de poemas.
En fin, que la genialidad de Yoshiko Sai da para escribir una tesis acerca de cada una de sus canciones, que usan muchísimas figuras literarias, y que incluso sin entender japonés, puedes sentirlas. Dejo el enlace a esta última canción, pero pueden encontrar más acerca de ella en su sitio web http://saiyoshiko.com/ e incluso en Spotify, que ya subieron un par de álbumes.
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