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El álbum con nombre: Marchita de Silvana Estrada

Si un día yo dije que el amor me iba a salvar,

Tristeza, te pido no me cambies la verdad.


Enero es un mes de comienzos y en el 2022 tuvo bastantes, más de las que podría contarse en las letras. En ese mes se lanzó Marchita, el primer álbum solitario de Silvana Estrada, cantautora veracruzana de 24 años de edad que ha logrado capturar la atención de todo aquel que la escucha.

Marchita puede ser considerado el álbum debut de Silvana, sin embargo, su nombre lleva años rondando la escena independiente del país. El día de hoy, este álbum producido por Gustavo Guerrero logra ser un perfecto proyecto que captura la esencia delo que la cantautora ofrece: lírica, voz y raíces.



El poder lírico de Silvana Estrada se sostiene por sí mismo, es potente y cautivante, en Marchita podemos diseccionar canción por canción como quien realiza el análisis lírico de un poemario. En esta entrada las expectativas no son tan altas pero es una necesidad personal decir un poco de cada pieza, de las 11 canciones que hacen parte de uno de los mejores álbumes del año.




El álbum comienza con Más o menos antes, el preludio de un suceso en la vida. Comienza con su ya elemental trabajo de cuerdas, sencillo y rítmico. Líricamente es la carta abierta a una nueva persona en la vida, pide el espacio para aceptar la compañía, encontrar lo disperso propio para adaptarse a otro más: “pero tengo que acostumbrarme a que seas tú mi domingo en casa”.


La segunda pieza de este álbum es una canción ya conocida, La Corriente es la presencia de alguien con todo lo que tiene que ofrecer. Es el cambio en la vida por la presencia de alguien más antes de que su ausencia realice lo propio. Silvana presenta la imagen de lo pasajero con el agua: marea, mar, corriente, viento, nadar; el agua y su poder transitorio. Así como viene se va.


La tercera canción, mi favorita personal, comienza con el ya característico cuatro venezolano que tan buenas migas hace con la voz de Silvana. Su construcción poética comienza de lleno, es atrayente y transparente. Presenta la esperanza de lo posible en el mañana. Recordando a Austen con su “soy mitad agonía, mitad esperanza”, Te guardo va más allá de la agonía, es la resignación de que hoy no pero si algún día tú me encuentras y ahora piensas diferente, te guardo un poquito de fe. La esperanza como una llama de fuego bajo, para que aguante.


Fuerte y de repente, la quinta canción de entre álbum es Un día cualquiera. Presenta el deseo certero y sin dudar, de estar con una persona. En sexto lugar se encuentra Sabré olvidar, otra canción ya conocida, la canción del desamor, la consistencia de un adiós que no tiene opción. De nuevo comienza con cuerdas en una progresión sencilla y bonita. En voz, es la aceptación de un final amargo, la esperanza individual del olvido, necesaria para sobrevivir a un corazón roto: Sabré olvidar, sabré bailar, sabré gritar.


Marchita, la canción que nombra al álbum, recuerda a lo vernáculo de la mexicanidad en sonido, voz y letra. La recurrencia esperada de la herida: es el reclamo y la impotencia ante un derrumbe anunciado. Dibuja la imagen de la frustración ante la posibilidad del hubiera.

El álbum llega a la séptima canción, Tristeza. Interpela en un canto ahogado a quien nunca se va: la tristeza. Es una potente pieza de lamento con una sola petición: “Tristeza, déjame en paz”. Para la octava canción, Carta, una distinguida canción de adiós, de manera más alegre en comparación a sus predecesoras, acepta de manera gustosa las dos opciones: ¿nos vamos o nos quedamos? Se acepta cualquier opción pero ojalá la segunda.




Casa es, quizá, la canción más experimental del álbum, recordando un poco a lo que hizo Silvana en Lo Sagrado, EP que realizó con Charlie Hunter en 2017. Comienza de lleno con la potente voz de la cantautora y unos hermosos sonidos prudentes en el fondo, acompañados de ruidos, pisadas, puertas que se abren, remitiéndonos a eso, una casa. El final poderoso, con cuerdas e instrumentos de aire, dan un matiz aún más dramático a la canción.


En la canción número 10, Ser de Ti, las cuerdas comienzan solas para encontrarse con la voz de Silvana de manera casi inmediata al presentar la vulnerabilidad, el favor y la derrota: “entiende, por favor yo te lo pido, que sin tus manos este cuerpo está de más”. Se permite la solicitud, el apremio y necesidad, se deslindan las defensas y se presenta el deseo más frágil: por favor, vuelve.


El álbum cierra de manera magistral con una pieza instrumental, La enfermedad del siglo se maneja de manera inteligente en la etapa final. La referencia a Más o menos antes, primera canción del álbum, ahora sin letra, cierra en un tono melancólico el círculo. Es la aceptación, quizá, de que se ha terminado el viaje y ahora no queda más que el recuerdo, la añoranza.



Este álbum tiene etapas muy presentes, desde el comienzo de una relación o el vislumbrar una nueva etapa en la vida, pasando por un proceso accidentado, el final, el dolor, la aceptación, la posibilidad, la esperanza, lo vulnerable y la penitencia.


No había dudas de la posibilidad inmensa a la que se enfrenta Silvana pero este álbum cierra el camino a cualquier tipo de dudas que puedan presentarse. Este gran trabajo es prueba del talento musical, vocal, lírico de la artista.


Marchita, dice el título de esta reseña, es el álbum con nombre: puedes elegir la canción que sea y podrás evocar el nombre de alguien, de algún momento en tu vida. Es como la experiencia misma, cada persona que lo escuche puede nombrarlo de manera distinta.



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