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Foto del escritorElisa Pérez Huerta

La perspectiva y el sonido a 10 años de “Comedown Machine”, el álbum rojo de The Strokes

Antes de comenzar con la materia principal de este escrito, quiero establecer algo: yo soy una fangirl. Yo no lo elegí, vino conmigo al nacer. Se veía venir cuando a los 5 años pedí un vestido como el de Tatiana. De ahí en adelante tuve todo, la mochila de Amy la niña de la mochila azul, el outfit de cada protagonista de telenovela infantil, el uniforme de Rebelde, las libretas de HSM.


No resultó sorpresa, pues, que cuando a los 15 años, en pleno descubrimiento adolescente, topara con The Strokes, volcara mi entera existencia en saber cada detalle, cada pelo de los cinco hombres que conforman la banda. Así pues, declaro esto para establecer que están leyendo a the ultimate fan. Desde el momento que descubrí “You only live once” juré (metafóricamente) con sangre llevarlos en mi y así fue hasta bien entrada la universidad. Todavía hoy los llevo ahí, en el corazón.


Aclarado eso, comienzo. Julian, Nick, Fabrizzio, Nikolai y Albert presentaron al mundo “Comedown Machine” el 26 de marzo de 2013, hace casi diez años. Mucho se dijo de la obligatoriedad de este álbum, que si se hizo a la de sí o sí por cumplir el contrato con RCA o si la carrera solista de Julian se veía envuelta en conflictos con la banda. Sea como sea, este material salió sin promoción y pasó como uno de los álbumes menos conocidos de la banda.


Es un clásico


Es importante aclarar algo, este es el quinto álbum de una banda que durante la década de los 2000 fue considerada “La salvación del rock”, un título poderoso que llegó a ser más una piedra en el zapato. Is this it, el álbum debut, llegó en un momento clave y le dio a la banda un reconocimiento inesperado para ser debutante. De ahí en adelante todo fue exigir. Room on fire replicó la fórmula del primer álbum y funcionó, tan parecido que llegaron las críticas por su poca originalidad.


First Impresions of Earth, el tercer álbum, tuvo un cambio en producción, estilo, enfoque y en crítica pero tampoco llenó las expectativas de quienes lo esperaban. Y así continuaron los trabajos y las esperanzas de miles de fans. Entonces, llegando el quinto álbum, las personas pedían algo para ser feliz y eso debía cumplirse.

Si bien las 11 canciones que conforman este material de 39 minutos de duración es bastante variado, de alguna manera logran hacerlo funcionar. Los sonidos experimentales, la eterna influencia de la década de los 80s y el new wave en lo que sea que haga Casablancas, se hace presente en este álbum y se combina de un manera extraña, si bien no logran ser homogeneos, sí logran ser identificables.


“50/50” y “All the time” logran ser el paliativo ideal para los nostálgicos eternos que esperan un Is this it 5.0 y funcionan. Casablancas rompe con la idea del live fast, die young de los primeros álbumes y dice “You’re livin a lie, you’re livin too fast, you gotta pray for the best”.


La espera, el lugar común.


Si bien todos los integrantes de la banda colaboran en diferente medida en la creación de las canciones, es conocido que las letras son en mayor parte obra del vocalista, líder, amor platónico de muchos, Julian Casablancas. Y dentro de estas creaciones, la letra es un punto importante.


Repitiendo el propósito de las dos canciones mencionadas anteriormente, Casablancas rompe con la idea de una vida rápida que se repetía constantemente en sus primeros álbumes. Ahora conocemos la espera. En “Chances” menciona “I waited for ya, I waited for ya, you didn’t see it, I didn't see it but now I do”. En “50/50” termina con “I wait in a darkened highway” repetidamente. Y la canción cierre del álbum, “Call it fate, call it karma”, la voz en falsete de Julian pregunta “Can I stand in your light just for a while? I’ve waited around to wait in a room having a hard time watching you”.


Puede incluso plantearse la idea de que el vivir rápido de unos adolescentes neoyorquinos ha terminado y ahora se ve la vida y la música como un camino más lento y observador.




La experimentación

No existen muchas palabras que ayuden a describir el nivel de experimentación en este álbum, así que sólo lo dejaré así. En canciones como “One way trigger”, “Welcome to Japan” numerosos críticos encontraron los puntos más representativos y lo amaron o lo odiaron, no había punto medio.


Y es que gracias a estas canciones, muchos describieron este álbum como un obvio trabajo solista de Julian Casablancas, que por alguna razón habían decidido trabajar como banda. Sin embargo, podemos encontrar que todo el álbum tiene en crédito a toda la banda como autores. Entonces, la suma de sintetizadores y géneros es sólo lo esperado; la evolución de una banda de más de 13 años de vida.


Yo sé muy bien que para gustos se rompen géneros y estoy segura de que este no llega a ser el mejor álbum de The Strokes en producción, mezcla, sonido o cohesión, pero definitivamente es un álbum al que se debería prestar más atención, puede ser el puente que nos brindó el camino para lo que hoy escuchamos como “The New Abnormal” o simplemente la muestra de que el talento que se trabaja se transforma.


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