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Lucky Daye: Hacer la música con la que soñaste

“So watch where you're takin' your time

Watch how you're spendin' your time

Show how you're spendin' your love

I'ma show how I'm spendin' mine”


Participar en un programa de talentos es una experiencia que cambia la vida de muchos para siempre, aunque puede que eso no pase de la manera en la que hubieran esperado. Cuando en 2005 David Debrandon Brown, mejor conocido hoy como Lucky Daye, fue expulsado de American Idol apenas después de haber entrado en los mejores veinte, pocos fueron los que se preguntaron que había sido de él, pero cuando este año obtuvo un Grammy por su EP Table for Two varios llegaron a preguntarse quién era.


A partir de su salida del famoso programa, Daye continuó su camino participando en álbumes de otros músicos como compositor y corista. No fue hasta el 2018 que el oriundo de Nueva Orleans pudo dar un paso hacia adelante en su carrera como solista lanzando el EP I, al que seguiría otro en 2019 (II) para culminar con el álbum de estudio Painted, liberado el mismo año. Este disco fue bien recibido y ayudó a consolidarlo como un músico de R&B prometedor, además de ponerlo en la mira del público con hits como: “Late Night”, “Paint It”, “Floods” y “Love You Too Much”.



Aún cuando su carrera en solitario despegó, él continuo trabajando para artistas como: Zyan y Mary J. Blige, hasta que en febrero de 2021 publicó el EP Table for Two, con el que dejó en claro su conocimiento en producción y arreglo musical, además del maravilloso equipo que hace con el productor D’Mile. Con solo ocho pistas —siete de las cuales son a dueto con cantantes femeninas— Daye explora algunas de las complejidades en las relaciones de pareja actuales: la falta de comunicación, la desconfianza, el miedo; pero también el amor, el interés y las ganas de amar.


En mayo de este año lanzó su segundo álbum de estudio, Candydrip. Si desde sus pasados materiales había coqueteado con la variación de R&B clásico y comercial así como con la incorporación de rap, en esta ocasión el sonido es claramente el punto sintético entre esos rubros. Nuevamente existe un sentido narrativo entre las pistas, pero esta vez se da más bien a nivel auditivo pues la manera en que el oyente se va de canción en canción, casi sin sentir el cambio ni el aseso sonoro, nos habla de la gran noción de fluyo con la que cuenta Daye.


Desde el inicio de su carrera las letras de Lucky han sido apreciadas y esta no es la excepción; sin embargo, sí vale la pena mencionar lo particularmente poéticas que son en esta producción, mostrando un Daye, ya no desesperado por comunicar, sino confiado en que hay un público interesado en comprender lo que hace, lo que una persona, situación u objeto le hacen sentir, hay alguien que lo escucha y no tiene que preocuparse o cohibirse más por sonar complejo pues ha encontrado el sitio en que sus palabras resuenan como son.


Definitivamente el trayecto que ha recorrido Lucky nos habla sobre esfuerzo y dedicación, sobre los sueños de un niño que aprendió por sí solo a cantar, a expresarse a través de las continuas cartas que le escribía a su madre y al que solo el tiempo le demostró que sus desesperadas ganas de hacer música se correspondían con el gran público que le recibió cuando por fin mostró su verdadera esencia.





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