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Natasha Atlas y la música del mundo

Cuando Transglobal Underground alcanzó cierta popularidad a principios de los noventa, la adición de Natasha Atlas a la agrupación no hizo más que resaltar el potencial de la fusión de ritmos y la importancia de una correcta representación de los géneros que tocaban. En ese entonces la joven belga, de padre egipcio y madre inglesa, aún no había realizado proyectos relevantes, pero la agrupación —particularmente Hamilton Lee— había escuchado su voz y había reconocido en ella la semilla del éxito.



Descubrir a Natasha Atlas en el filme “3 iron”, del director surcoreano Kim Ki-duk, fue realmente gratificante y significativo, tal vez durante su infancia en Bruselas no imaginó ser motivo de una cinta situada en Asia oriental, pero definitivamente su proyecto musical siempre estuvo abierto a quien quisiera escuchar. La poderosa y conmovedora voz de Natasha, a la que es difícil ponerle rostro en un principio, musicaliza una película igual de entrañable e improbable. “Gafsa” —la canción que aparece en el drama— proviene del segundo álbum en solitario de Atlas, “Halim”, dedicado al músico egipcio Abdel Halim Hafez, de gran inspiración para la cantante.


Si durante su primer disco, “Diaspora”, la producción, instrumentación y técnica vocal de Natasha demostraban un dominio importante de la canción pop egipcia, en su segundo álbum, la fusión de tradición e innovación es ya inminente con fuertes sonidos eléctricos. Quizá, la verdadera relevancia de los proyectos de la cantante recae en que, no solo contienen una suerte de reconciliación entre la canción tradicional y la canción pop, sino que continuamente hacen alarde de la gran cultura con la que fue criada, una mezcla de tradiciones musicales provenientes de Europa, Oriente medio y el sur de Asia.


El género bajo el que se ha etiquetado el trabajo de Natasha, tanto en solitario como en Transglobal Underground, es el de “Música del mundo”; término amplísimo en el que las grandes disqueras han venido perfilando todo lo que no sea música relativa al mercado occidental. Si bien hay un gran debate en torno a este tema, la realidad es que en el caso de Atlas la fusión de géneros, instrumentos y culturas se ha dado en términos de absoluto respeto, conociendo por demás las culturas involucradas y siendo consciente de la importancia de su representación.



La voz de Natasha está siempre rodeada (para los no hablantes de árabe) de una bruma que nos aleja de los significados inmediatos, pero que logra siempre, de una u otra manera, contagiarnos de los sentimientos primordiales. Con una técnica tan maravillosa como ignota (al menos para los de este lado del mundo) el canto de Atlas puede llegar a sentirse ajeno y sorprendente; sin embargo, igual que la música, nos habla en formas que trascienden las palabras.


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