La recomendación de hoy va dirigida a un documental sobre imponentes distorsiones, baterías que asemejan el sonar de una ametralladora en combate, voces infernales, y la subcultura nacida del género en cuestión: el grindcore.
El título Slave to the Grind es una referencia a la canción del mismo nombre, compuesta por Skid Row y publicada en 1991. La letra hace referencia a nuestro absurdo comportamiento de repetir una rutina hasta el cansancio, y cómo esta puede empujarnos hacia la más insoportable locura.
Irónicamente, la práctica y la disciplina constante e inmutable terminan volviéndose esenciales para mantener a flote un proyecto de grindcore, evidenciado por muchos de los artistas invitados en el documental. (Si vamos a dedicarle miles de horas a algo, mejor que sea algo que disfrutemos sin fin, ¿o no?).
El documental centra buena parte de su contenido en las técnicas musicales que trajeron a la luz un nuevo género que sería percibido como más sónicamente salvaje que el Death Metal, particularmente el uso de los famosos blast-beats en la batería, y cómo el entorno industrial y frio donde crecieron los músicos inspiró el nacimiento de dicha técnica.
Este mismo ambiente es una potencial influencia para la saturación de las guitarras y las abominables técnicas vocales que son fácilmente confundibles con un constante eructo o el sonido de una motosierra atravesando madera. Como es mencionado en el documental: es la intensidad, y no la velocidad, lo que realmente caracteriza la identidad de este subgénero.
Se menciona una variedad de personajes polémicos que hasta la fecha dividen la escena del grindcore, la cual ha tomado posturas sociales y políticas que son recibidas con aversión y sarcasmo por otros. Entre estas figuras, se posiciona en lo más alto el nombre de Seth Putnam, cuyo enfoque sarcástico y desalmado en el género sigue dando mucho de qué hablar.
Otras figuras como Napalm Death y Repulsion, ambas consideradas como las más prominentes del grindcore en sus respectivos países, también hacen apariciones regulares durante el metraje.
Algunas otras bandas entrevistadas durante el documental incluyen a Agathocles, Brutal Truth, Discordance Axis, Fuck The Facts, Insect Warfare, además de un sinfín de bandas extintas, álbumes recordados (si no han escuchado de World Downfall de Terrorizer, te recomiendo que lo escuches antes de ver este documental), historias graciosas y/o espeluznantes, y el estado del grindcore actual. O al menos, su estado previo a la llegada de la pandemia.
Un documental grato, dinámico y lleno de ruido para quienes buscamos aprender más de las ramas más extremas de la música. Puedes verlo en su totalidad aquí:
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