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Foto del escritorDaniela Caltzalco

Xavier Dolan: música, amor y despedidas

Xavier Dolan es un director, actor, guionista y productor canadiense que inició su carrera con apenas 6 años de edad en comerciales de televisión y dirigió su primera película a los 19. Precisamente en el ámbito de la dirección, posee una estética bastante distintiva con personajes de carácter fuerte algo sometidos por el amor, aunque esto pocas veces significa en ellos renunciar a la búsqueda de su libertad.



Dolan tiene una intuición particular en lo que se refiere a musicalización y lo ha dejado en claro en sus, hasta el momento, ocho largometrajes. En Los amores imaginarios, tal vez su película más popular, los amantes que se conocen mientras Isabelle Pierre canta: “Le temps est bon, le ciel est bleu” y los rivales que se alistan a ritmo de Bang Bang de Dalida. Sin embargo, el trabajo más memorable de Dolan en lo relativo a elección de soundtrack lo realiza en Mommy, donde elabora secuencias memorables de la mano de 18 artistas tan variados que solo podrían cohabitar un filme como este. Futuros deseados y distantes con Ludovico Einaudi, bailes en la cocina con Céline Dion, recorridos en bicicleta con Oasis; escenas ponderosas con auras íntimas y cotidianas.


La premisa de estos filmes es relativamente sencilla, la primera acompaña a un par de amigos que verá amenazado su vínculo cuando ambos se enamoren del mismo chico; mientras que en la segunda, somos testigos de los esfuerzos de una madre por no tener que recluir a su problemático hijo en una institución mental. Los acompañamientos musicales realzan y matizan la diferencia entre los amores tiernos y apasionados, así como entre despedidas desgarradoras y decepcionantes.


Son precisamente estos acontecimientos los que expone de nuevo en los video-clips que ha realizado para Adele e Indochine. En lo referente a la banda francesa, Dolan se reúne nuevamente con el protagonista de Mommy para narrar la historia de un joven que sufre de acoso en el colegio. La búsqueda de libertad se hace presente de nuevo; se reconoce que no hay sitio para él en ese lugar al tiempo que las imágenes nos muestran la derrota del muchacho. El contraste entre escenas de desgarramiento y letra de valentía (tanto en su versión francesa como en su versión en español) hace mucho más fuerte las alusiones finales del video, dejando un mensaje mucho más poderoso al espectador.




El trabajo realizado con Adele es ya bien conocido, en “Hello” apreciamos la llegada a una casa amueblada y llena de recuerdos, la necesidad de decir adiós, no porque se esté listo sino porque la otra parte ya lo hizo. En “Easy On Me” no hablamos ya de una despedida forzada; al contrario, mientras Adele canta sobre decir adiós de forma verdadera y liberadora, Dolan nos muestra el abandono de un lugar al que ya no se pertenece hace tiempo.


Un aspecto curioso de este mismo video musical es que por fin se aleja de las coloraciones sepia de “Hello” y del blanco y negro de “Collage Boy” para encontrar la coloración durante el coro final, como si por fin, después de mucho tiempo, pudiéramos ver más allá del sentimiento de pérdida, como si abriéramos los ojos a un mundo más amplio e iluminado, en un ejercicio que nos recuerda la manera en la que se abre el plano por un momento en Mommy con “Wanderwall”.


Este director establece un diálogo profundo entre la imagen y el sonido, se exige imágenes que sacien las composiciones de todos los músicos con los que elige relacionarse; crea experiencias satisfactorias más allá del mensaje de dolor, felicidad o melancolía que transmite. ¿Imágenes que parecieran producirse con los ecos de la música que las envuelven o música que se desprende del movimiento en las escenas? Al fin, discursos que nos hablan en más de un sentido y de más de una manera ayudándonos a sentir, así como a comprender un poquito más, la relación entre amor y pérdida.



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