Breves recuentos de eventos olvidados: Cholula Rock Fest 2015

A casi año y medio de este extendido encierro, los recuerdos de salir un viernes en la noche a un evento con música en vivo y alcohol en abundancia se han vuelto tristemente lejanos. Desde las tocadas de tus amigos en bares de alcantarilla hasta los festivales masivos, los conciertos suelen llegar a ser experiencias cargadas de adrenalina y plenitud espiritual. Sin embargo, hay una larga lista de razones, tanto buenas como malas, por las cuales un evento puede volverse memorable en nuestra historia. Al hacer memoria de muchos eventos a los que llegué a asistir durante ocho años que llevo viviendo en la Angelópolis, destacó uno del cual tenía grandes expectativas, y terminó siendo una experiencia agridulce.

El Cholula Rock Fest 2015 prometía ser una oportunidad de crecimiento y proyección para la escena local, con un total de XX bandas apuntándose al cartel. Algunas de estas viniendo desde otros estados como Oaxaca, Veracruz, Guadalajara y el Estado de México. El flyer comenzó a rondar mis redes a pocos días del evento, y decidí ir el sábado 18 de abril con la esperanza de que me atrapara lo suficiente para regresar al día siguiente. Llegué con la compañía de un amigo igual de apasionado que yo por la música en vivo, y nuestra impresión inicial fue optimista.

Había dos escenarios con bandas de diferentes géneros, predominando el rock y pasando por el ska, reggae, screamo, jazz, metal y el guapachoso surf. En el espacio entre escenario, artistas grafiteaban sobre grandes lonas al ritmo combinado de ambas esquinas del festival.

A pesar de que los escenarios contaban con buenos equipos de sonido, la magnitud del espacio al aire libre y las corrientes ventosas al atardecer nos empujaba a mantenernos cerca de la tarima para poder escuchar mejor a las bandas.

A las pocas horas de llegar notamos el problema que sellaría el destino de aquel festival: la difusión fue poca y la cantidad de asistentes pintaba a ser una cantidad mucho menor a la que estaban anticipando, tomando en cuenta las dimensiones del evento. Mientras tomábamos algunos descansos para jartar comida chatarra y cerveza artesanal, algunos puestos de comida nos expresaron su descontento por la evidentemente baja cantidad de personas que asistieron al festival; algunos de ellos también habían llegado de otros rincones del país.

Una breve búsqueda en internet me llevó al canal en YouTube del Cholula Rock Fest, contando con algunos videos promocionales cortos y una larga lista de entrevistas a la mayoría de las bandas que participarían en el festival. Algunas de estas, en su mayoría locales, desertarían del evento por razones que nunca me quedaron claras, pero algunas expresaron su descontento hacia la organización mientras anunciaban su retirada. Pero el esfuerzo en generar contenido era palpable y, como menos, bien intencionado.

Decidimos quedarnos unas cuantas horas más para escuchar a las bandas que decidieron llegar a presentarse. Al anochecer se dejó de utilizar el más pequeño de los escenarios para concentrar el público hacia el escenario de mayor tamaño. El frío de la noche con el alcohol y las vibraciones de los monitores nos llevaba a un punto entre la paz y la euforia, indiferentes ante la negatividad y disfrutando la estridencia de guitarras distorsionadas mientras mirábamos al cielo abierto de Cholula. Pero al bajar nuestro presupuesto decidimos marcharnos poco antes de las últimas presentaciones para continuar nuestras aventuras cerveceras en otro espacio.

Dirigiéndonos a la salida volteamos a la zona de tiendas de campaña, con solo unas pocas en total. Nos reímos al pensar a quién le gustaría pasar la noche en ese lugar. No recuerdo haber tenido la motivación para ir el día 19. Tal vez estuvo mejor que el día que asistí. Sea cual sea el caso, no veo a mucha gente mencionando este festival, el cual pareció hacer algunas cosas muy bien, y otras… no tanto.